jueves, 8 de enero de 2015

SYRIZA: UNA CUESTIÓN DE DIGNIDAD.

Los griegos deberían ser tan libres para decidir, como la Europa del austericidio responsable a la hora de asumir las consecuencias políticas de su gestión de la crisis sin recurrir al miedo.


Alguien en los salones de la cancillería berlinesa debería reflexionar cuanto antes acerca del tono y el contenido de los mensajes que se están enviando en relación con la crisis griega y las elecciones previstas para el próximo 25 de Enero en el país de los helenos, cuna, por lo demás de Europa, que nació a orillas del mediterráneo, no en la cuenca del Ruhr, algo que parece haberse olvidado, dicho sea de paso. 

   Para empezar, cualquier consultor en comunicación solamente medio avezado, sabe que cada vez que desde los círculos económicos mundiales en general y desde los alemanes en particular, se menciona la posibilidad de la salida de Grecia de la zona Euro si gana Syriza, lo que se hace es regalar más votos a una formación que se alimenta del hartazgo de una sociedad machacada por una crisis atroz capaz de acabar con cualquiera. Merkel, sutilmente en segundo plano, y la Troika hacen mal en no cambiar el chip porque ya no dan miedo, sino todo lo contrario: Ganas de darles en los morros, que es lo que parece que tiene el electorado griego. 
   Salvo que se haga adrede y lo que se quiera, por más que no se confiese, es que Grecia abandone el Euro, lo cierto es que tras seis años de sufrimiento, con un paro del 26%, una deuda pública que se ha triplicado en 20 años y que ronda los 28.000 Euros per cápita, con el 30% de la sociedad viviendo en el límite de la pobreza, el 10% de la infancia en situación de “inseguridad alimentaria”, según terminología de la OMS, o en el que servicios públicos básicos como la sanidad o la educación han sufrido recortes que aquí ni siquiera nos podemos imaginar y que han supuesto que en torno a uno de cada cinco ciudadanos griegos esté sanitariamente desatendido, datos de Médicos del Mundo, alguien debería caer en la cuenta de que esos mensajes del “y si quieres te vas” no calan en un país que parece que ya tiene poco que perder y en el que las cosas, difícimente podrían ir peor, de hecho, su PIB se ha reducido un 25% desde 2008. Reconozcámoslo, tras tres rescates y una reestructuración de deuda en 2011 de la que nadie se acuerda, nada ha salido bien.





IU con Syriza, y por el cambio, en toda Europa.
   'Syriza', fuerza política hermana a Izquierda Unida en Grecia, está a punto de protagonizar el cambio de rumbo del gobierno griego y, con él, iniciar un cambio de ciclo en Europa que, hoy más que nunca, debe ser social y debe mirar directamente hacia el bienestar de los 500 millones de europeos y europeas. 

   Grecia, como España o Portugal también lo son, es el ejemplo más claro de las consecuencias acarreadas al abandonar la gestión de la vida política en manos de poderes económicos. Fruto del trabajo cotidiano, desde hace años, con los compañeros y compañeras de Syriza, y desde Izquierda Unida, conocemos muy bien las características de las derivas antisocial y antidemocrática griegas, que tienen un reflejo casi mimético en nuestro país: dos pueblos hermanos, que sufren de manera parecida una Unión Europea al servicio de las grandes corporaciones financieras y multinacionales y cuyos pueblos se resisten, también desde posiciones políticas hermanas, combatiendo democráticamente ese sino marcado desde otras instancias. 

   Y es que las constantes imposiciones de entidades no elegidas ni controladas democráticamente, como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional, para solucionar problemas económicos que los mismos poderes económicos anidados en tales organismos han diseñado y ayudado a consolidar, constituye una paso atrás, quizás la mayor regresión en décadas, en el concepto más amplio y humanista de democracia y en el propio proyecto de integración europea: el que garantizaba que la decisión de los ciudadanos era el más sagrado contrato dentro de las sociedades europeas; el anhelo de la unión, no sólo económica, sino también política y social, de nuestro común continente.

   Grecia, como España o Portugal, ha sufrido una estafa financiera al más alto nivel, y la inoperancia y rendiciones absolutas de los gobiernos conservadores y socialdemócratas, supuestamente soberanos, que nos han gobernado en los últimos 10 años: en vez de castigar a los culpables del desastre económico, premian las políticas especulativas desmantelando y endeudando los Estados por medio del expolio directo a su población.

   Hoy Grecia es un país hundido por las recetas de los padrinos del desastre: un lugar donde la miseria, el hambre, las necesidades, el desempleo, las carencias o la inseguridad social, laboral y medioambiental se unen a la perdida total de la capacidad de decidir soberanamente sobre las políticas económicas o sociales.

   Las elecciones convocadas para este enero de 2015 son una oportunidad histórica para empezar a devolver la economía a las manos del pueblo griego, de donde nunca debió salir. Como lo serán las elecciones generales de España en 2015.

   En ese contexto, Izquierda Unida condena taxativamente la puesta en marcha de campañas mediáticas y políticas que pretenden condicionar la libre decisión de los ciudadanos griegos ante la posibilidad de la victoria electoral de partidos que, como Syriza, quieren devolver el poder político al pueblo y cuestionan la deriva antidemocrática impuesta por instituciones económicas que anidan en otros foros, no elegidos pero que dictan los designios económicos de Europa. 

   Todos y cada uno de los miembros de IU, desde nuestros cargos institucionales y hasta los militantes o simpatizantes de base, manifestamos nuestra exigencia de preservar la libre elección del pueblo griego y mostramos nuestro rechazo más firme a las campañas de miedo que desde los grandes medios, o desde instituciones internacionales, intentan condicionar el voto en las próximas elecciones griegas.

   Instamos así a las instituciones europeas a velar por el buen funcionamiento de las elecciones y a impedir cualquier intento de limitar y/o condicionar la libre designación que tome en conciencia el pueblo griego.

   La victoria de Syriza, como la de la derrota del bipartidismo en España dentro de pocos meses, constituyen el inicio del fin de una UE contra las personas y su soberano derecho a decidir, y el principio del cambio en Europa hacia otro modelo de proyecto de integración europeo: abandonar la senda que destruye las economías, el medioambiente y el bienestar de las personas, en el altar de la especulación financiera.




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