
El 19 de noviembre es una de las fechas más importantes de la historia moderna del Estado español. Y, sin embargo, es una de las más desconocidas por la ciudadanía, en general, y las generaciones más jóvenes, en particular. Un día como hoy, en 1933, las mujeres votaron por primera vez en España.
Es la Constitución de la Segunda República la que en 1931 establece, sobre la base del principio general de igualdad ante la ley, los mismos derechos electorales para mujeres y hombres (art. 36). Antes, en las elecciones a las Cortes constituyentes de las que nació el texto constitucional las mujeres gozaron del sufragio pasivo (derecho a ser votadas y elegidas), pero no del activo (derecho a votar). Fue pues en esas primeras elecciones celebradas tras la aprobación de la Constitución republicana cuando las mujeres concurrieron a las urnas en las mismas condiciones de igualdad que los hombres.
Que esta fecha no se recuerde hoy oficialmente en España es muy sintomático del tipo de régimen político nacido de la transición y la Constitución de 1978. El pacto de silencio y olvido en que este se sustenta ha impedido la reivindicación de la herencia republicana, incluyendo sus logros en materia de igualdad de género. De ahí que la educación que las y los estudiantes reciben en las aulas tenga enormes déficits relacionados con este periodo histórico (como, por ejemplo, cuándo es la primera vez que las mujeres votaron en España). No por desinterés o descuido, sino porque su estudio no forma parte de los contenidos que el Estado considera que una ciudadanía mínimamente formada debe conocer de su pasado.

Este silencio contrasta profundamente con la violencia estructural que sufren las mujeres, con que el patriarcalismo subsista, con el hecho de que la violencia de género aumente y con que sus cifras afecten a mujeres cada vez más jóvenes. Mientras, esa Iglesia católica que sigue marcando las festividades oficiales defiende, con el apoyo histórico de los gobiernos citados, la visión de la mujer como subordinada al hombre, es decir, al “cabeza de familia”. Así lo escriben con toda impunidad y sin complejos en sus libros y documentos.

Romper con esa España patriarcal y católica costó caro a la República. La dictadura franquista terminó de raíz con este proceso y el discurso de la igualdad desapareció del espacio público, volviendo a la sociedad machista y autoritaria cuyas sombras todavía hoy nos persiguen.
Que hoy fuera un día festivo sería no solo un símbolo de una ciudadanía con cultura de los derechos humanos, sino también una buena forma de homenajear a las mujeres y hombres que intentaron cambiar el destino de la historia de este país, y de hacer ver a las futuras generaciones que la igualdad de género es una pieza clave para el desarrollo en términos democráticos de toda sociedad. Mientras no sea así, nos falta una fiesta: el 19 de noviembre.
El día que la mujer española pudo votar por primera vez en unos comicios, Clara Campoamor y Victoria Kent perdieron su escaño.
(La Marea, Mundo Obrero y buscameenelciclodelavida.blogspot.com.es)
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